El ZAGUÁN DE ALUMINIO
Por Hugo Mayo
Nino Amonalik
viejo dibujante de cosas raras
Nino Amonalik,
Un día lo encontré
dormido como una garza real
Le pregunté cuál era su país de origen
Y aletargado, no pudo responderme
No recordaba ni su propio apellido.
A Nino Amonalik
lo visitaron nueve bellos colibríes
le habían traído nueve colores diferentes
en sus plumajes.
Y Nino Amonalik
dibujó un zaguán seguramente,
para portada de algún libro
Emocionado, expuso la figura
una noche de luna recortada.
A una caverna de voces armoniosas,
llevé a Nino Amonalik
De puro susto, se desmayó,
oyendo novimorfos poemarios
Y le robé el dibujo
que guardaba en uno de sus bolsillos.
Y coloreé el dibujo
con tinta aluminífera
De ese pintorreado, nació
el nombre para el libro
que había escrito
Con llaneza lo llamé:
EL ZAGUÁN DE ALUMINIO
Nino Amonalik
viajó, después, mal encarado,
a su país de origen:
el País de Locas Calaveras.
¡Cómo me está golpeando
el recuerdo de Nino Amonalik!